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Añoranza

Y o siempre he buscado ser de carne. De pulsión. De piel. De coyunturas. Sensible a las sombras y al estío Capaz de estremecerme con la brisa o con el noticiario.   Pero despierto a voces y descubro una náusea de pronto, un rictus de roca desde dentro.  En el pecho no asoma una sonrisa Y late el  corazón acartonado. Se me enreda la lengua rumiando  pasto seco, plástico y ceniza. Igual que otros quedaron sin olfato pierdo mi antigua capacidad de gustar el jugo y el sabor de lo que digo, de lo que escribo, de lo que escucho, de lo que veo. Quiero volver a la frescura aquella que aparece hoy tan desdibujada de disfrutar de cada tarde libre, de las palabras, de la belleza.